A la antológica de Larry Clark que expone hasta el próximo mes de enero el Musée d’Art Moderne de la Ville de París no pueden entrar niños. ¿Qué esperaban? En Kids todos follan con todos, a una Chloë Sevigny de pelo corto le quitan los pantalones mientras duerme la mona y los protagonistas, adolescentes, se bañan desnudos en piscinas cerradas. En la muestra Kiss the past hello hay imágenes de sexo, drogas y violencia, ráfagas de realidad en ruinas.
Clark tenía catorce años cuando empezó a pensar en sucio, haciendo fotografías que luego recopiló en su primer libro, Tulsa (1971) y un corto en blanco y negro, en 16 mm. y sin sonido, que el museo recupera por primera vez. Después vinieron Teenage Lust (1983), donde da cuenta de su viaje a Nueva York y que recoge la mayor parte de las imágenes expuestas, y películas como Another Day in Paradise, Teenage Caveman, Bully o Ken Park. La gloria y los reproches.
La misma Kids se inicia con una escena reveladora: un joven cuenta, con voz en off, que está encantado de tirarse a la chica que tiene sobre la cama en ropa interior floreada porque las vírgenes molan más. Y al público no le hace daño el hecho: inquieta más que Clark, ni en las películas ni en las imágenes toma partido alguno. No hay reflexión moral, solo retrato. Que la vida también es eso.