Guía de catas, saraos y vinos gratis en Valencia

De vinos por la ciudad del exceso

Valencia es un puto caos. Un día te levantas y terminas el café con un flamante ingenio arquitectónico frente a tus narices -el “más alto de Europa” por supuesto-, el siguiente amanece un nuevo barrio junto al mar o, qué sé yo, otro macroevento de chinchón y opereta. Entre tanto, los espectadores observamos el circo desde algún lugar entre el aplauso y el susto. “Show must go on” o mejor,  “dit i fet”, que dicen por aquí. Todo es ahora; y mañana, colega, será otro día. En Valencia no hay planes, sólo personas en un pinball de calles, noches y terrazas sin sillas vacías.

Gente, ruido y, claro, vinos. Así que aquí les dejo una guía para recorrerte la ciudad de tasca a tasca huroneando eventos, presentaciones de bodegas, catas gratuítas y saraos varios. Cortesía de las crónicas en el periódico y el mantel sin velas.
De nada.

· Casa Montaña. De mayor quiero ser como Emiliano García. Mentira, me conformo con un tercio de su energía, de su pasión y el brillo en sus ojos. Qué hambre de vida, joder. Su base de operaciones es Casa Montaña, uno de las tascas con más solera de Canyameral -¿qué pasará con Casa Montaña, Rita?-. Punto de encuentro de políticos, intelectuales y artistas, hoy es santo y seña de la ciudad del exceso. Y qué habas, rediós.
Cada cierto tiempo, y de la mano de Alejandro -el hijísimo- algunos martes y algunos jueves organizan catas, presentaciones de bodegas, charlas y porfías. Siempre gratuitas y siempre regadas de buenos caldos.

· Bodegas Torres no para. El Centro Cultural del Vino de Valencia, escondido a la vera del Mestalla acoge, semana sí y semana también, monográficos y catas donde merece la pena refugiarse y olvidar los atascos o las terrazas atestadas de cerveza y ruido.
Para que se hagan una idea, hasta ahora he asistido a un curso de corte de jamón, algún monográfico sobre Borgoña, he visto pelis sobre vino, bebido vinos biodinámicos, champagnes, caviar y romería -al Dioni, claro-. No digo más.

· Paladarte es una nueva enoteca (Avda. Francia 18) que apuesta por el vino valenciano como estrella de su escaparate. Valiente envite, el de Raquel y Óscar. Valiente porque apuesta por el vino de aquí y valiente porque hay que tenerlos muy gordos para abrir la persiana en medio de este corralito de trileros y listillos. Y hacerlo, además, vendiendo vino.
En Paladarte se presentan bodegas -Chozas Carrascal o Hispano Suizas- , dan cursos de cata y estas semanas andan metidos en un monográfico dedicado a la degustación de Gin Tonics. Ya saben donde pueden encontrarme.

· Envinarte. El mundo sobre la mesa. Al menos ésa es la intención de Teresa Almeida -sobrina de Cristina Almeida-, apasionada del vino y artífice de esta peculiar tienda de la calle Serranos. Peculiar porque los vinos comparten estanterías con baberos de los Rolling y aceites de oliva. En fin, mujeres.
Los cursos de cata y los monográficos son interesantes porque Teresa se deja la piel en cada coma y en cada lágrima.
Y de regalo, queridas lectoras de ArterEgo, el ‘Manual de Iniciación a la Cata‘ que distribuye a sus miembros.

· Fin de trayecto en Entrevins (Reina Doña Maria, 3) de la mano de Guillaume Glorie, mejor sumiller de la Comunidad Valenciana y, desde hace sólo unos días, nombrado mejor sumiller de España en Madrid Fusión. Una suerte de bistró en las entrañas de Ruzafa, un oasis gastronómico en ese barrio de modernos y progres con vigas de madera en el salón. Entrevins cuida el vino y las pequeñas bodegas, esas que no lucen en la GuíaPeñín ni en El País Semanal. Lo mejor, las catas maridadas y el respeto a la cocina de mercado.

· La Asociación de Sumilleres de la Comunidad Valenciana, por cierto, organiza habitualmente saraos y francachelas varias. Lo mejor de la fiestas, el ambiente relajado y las (tímidas) ganas de hacer cosas que se perciben en el sector. La sensación de que no somos más ni menos, sino simplemente “esto”. Y en la fiestas, claro, mucha niña mona, mucho “guarda mi tarjeta” y algún que otro gorrón haciendo cola con un plato de jamón en la mano y el queso en la otra, ya saben “cari, aguántame la copa”. España, en pocas palabras.

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