Entre tu cintura y la mía, el filo de un cuchillo
El hueso marca, tanto como los que aparecen próximos a su cintura y hacen de escala que mide justo la mitad del espacio que -intuyes- habrá en línea recta hasta su vientre. Y soprende a la física con más volumen de lo que el resto presagia; nunca a los ojos, que la silueta siempre sobresale por arrogancia. Después, anuncia que sabe a leche con martini y se retira, caminando, callando los errores con su cadencia. Creo que todavía me pone. Un poco.
Una de las chicas de Richard Kern, digo. Artista total que me pilló al vuelo: el cuerpo es lo que nos hace a todos iguales; el erotismo no escapa de ninguna esfera social. Propone mujeres de rabia y dolor con cara angelical, chicas de la puerta de al lado, pecas y lunares. Todas con causa común, la de un cuerpo que agrede o es agredido. La del sexo como miseria porque la cama se ensucia y el ambiente se pudre.
Mujeres que en sus cortos se trasvisten, bailan con armas en la mano, transgreden los roles sexuales. Hasta se queman la cara con una plancha ardiendo para parecerse a su amado, también desfigurado. Y que en fotografías lucen muslos suaves metidas en bañeras. Mujeres que cambian de forma, de sentido, de idea, de cóncavo a convexo. Humedad y hematomas en las piernas.
Con aliento en un cristal escriben sus perversiones y atraen como sirenas en mares de plomo. 7.000 segundos después decides que no sabes qué decidir y cuando pasan otros tantos recuerdas que te diste sólo 7.000 de plazo. Y llegarás a tercera ronda igual que al principio, 348 horas después. Sin saber si su cuerpo (el que retrata Kern y que existe y pasea por las calles y las noches) merece la pena. La penitencia, después de, es beber veneno.
Pintar de color mi ombligo sobre tu última vértebra
La diferencia entre el querer y el comerte son sus chicas de Nueva York. Fotografías y películas (algunas con la imapagable presencia de Lydia Lunch; hoy apetecible mujer mayor, antes diosa sucia) que confirman que ya no es necesario amar de forma insana. Que el erotismo queda. El poso de almizcle, la boca mordiendo dedos. Te deseo, te necesito. Pero no habrá forma de que alguna vez llegue a quererte. Y no hay que ponerse triste. Dos de tres no está tan mal.
Apuntes y recomendaciones
Libro recomendado: Model Release; para acercarse a su filmografía, el DVD The Hardcore Collection. De nada.